Porque quiero, PORQUE PUEDO
Con esta soledad
alevosa
tranquila
con esta soledad
de sagradas goteras
de lejanos aullidos
de monstruos de silencio
de recuerdos al firme
de luna congelada
de noche para otros
de ojos bien abiertos

con esta soledad
inservible
vacía

se puede algunas veces
entender
el amor
.

El espejo debe estar empañado, sucio o mi visión nublada. Esa extraña debió haber ocupado el lugar de mi reflejo, saboteado mis lágrimas y transformándolas en agradables muecas. El parálisis es la simple respuesta del miedo, y aunque me creo, a veces me pregunto tres veces si puedo.
Hoy la encontré abstraída, descuidando el desorden de sus cabellos, insinuando el ritmo de una melodía a modo de balbuceo, entre las cerdas de su cepillo. Sus ojos no se veían, su cabeza estaba atacando con ansias el futuro, o acosando inapropiadamente un pasado de fantasías. Ella me desconocía, me desatendía, sabia de alguna manera que no había nada para decirse, estaba alejándose de mí y con recelo la descubría feliz.
Ya no dolía verse, ya no se compadecía de su antagónica suerte. Enemistada a sus errores, hoy los había vuelto sus admiradores. Era ese modelo que alguna vez había desfilado en las pasarelas de su ayer.
Y sin embargo, estaba más despistada que nunca, desnuda y congelándose. Sin brújulas, su norte era el camino de su fe. Con la certeza de saborear errores, pero con la fuerza aun más potente, de saber que equivocarse era aprender, que la esperanza deja pocas posibilidades, pero que por su valor vale la pena arriesgarse.
Y así se descubrió, entre sorpresa y felicitación, con el corazón palpitando de nuevo por amor.