En esta vida aprendí que hay que aceptar los errores de los demás y los propios, hay que saber cuando hablar y cuando callar, hay que saber perdonar aunque no siempre querramos. Aprendí que no todo es color de rosas y que no en todo nos vá perfecto. Que si en una vez no sale hay que intentar otra y otra y otra hasta que salga. Que no hay que echarse atrás, que no hay que ser tan cobarde y aveces, arriesgarse a más, porque NUNCA hay nada que perder. Aprendí que hay que respetar los tiempos, porque para todo hay tiempo y lugar. Aprendí a obedecer, a respetar y a confiar. Aprendí que no todo lo que brilla es oro. Aprendí que se come para estar vivo, no se vive para comer. Aprendí que todo tiene un fin, nada es para siempre. Aprendí que a todos nos llega nuestra hora del adiós y del descanso eterno. Aprendí que el que quiere puede, y el que puede quiere. Aprendí que no siempre tengo la razón. Aprendí a compartir aunque no quiera, a no ser tan egoísta. Aprendí que no siempre se obtiene lo que se quiere. Aprendí que cada cosa a su debido tiempo, y que hasta a veces algunas cosas llegan solas y cuando las dejas de buscar. Aprendí el valor de la amistad, el valor del amor, el valor de la familia. Aprendí a sonreir cuando estoy triste. Aprendí que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde y que nadie sabe de lo que se pierde hasta que lo tiene.

Era temprano, hacia frío y estaba nublado, me levanté de mi cama y caminé hasta la ventana, la abrí y sentí el viento frío y congelante que me helaba los huesos. Me quedé allí parada mirando a la nada, no miraba a un punto fijo, no veía algo que me llamase la atención y que quisiese mirar. Estube allí un buen rato, hasta que bajé la mirada y veía como los autos pasaban por dejabo de los 49 pisos de altura del hotel, parecía que muchos no deseaban conducir, tocaban bocinazos fuertes y se insultaban los unos a los otros porque no se apuraban, otros parecían tranquilos como que no tenía problema alguno del tráfico, parecía que no les importaba o no se lo tomaban tan a pecho el echo de que algunos conduciecen más lento. Al rato volví la vista al frente y se me vino a la cabeza el pensamiento de saltar y acabar con mi estúpida vida, no sabía como reaccionar, no sabía si saltar o no, no tenía otro pensamiento en mi cabeza que solo saltar y terminar, que vengan los paramédicos y ambulancia me lleven y avisen a mis padres que no me habian podido 'resucitar' o salvarme la vida. Sin darme cuenta, sin pensarlo me subí a la ventana, me paré y extendí mis brazos, no hacia otra cosa que mirar al frente y ver el cielo gris, lleno de nubes y ni un rayo de sol, los pajaros volaban y la gente caminaba, nadie levantó la vista suqiera para ver el cielo y sin pensarlo verme a mí allí parada a punto de suicidarme. Comenzé a sentir que de mis ojos caían lagrimas saladas, eran imposibles de parar, no sabía porque lloraba y quería parar pero no sabía como, de un instante al otro, salté, sentí como caía, como el viento me golpeaba el rostro. Ya era tarde, no habia vuelta atrás, no podía hacer nada más, se habia acabado todo... Era el fin... Fin a todo...